Así como el profesionalismo deriva de la fe, el mérito viene de la merced, algo que fuera muy de la tradición clerical, con reflexiones sacerdotales en torno suyo, proseguidas luego en las universidades confesionales, ideólogas importantes de la doctrina vigente. El mérito de supervivencia siempre existió a la par que el teológico, a la vez que éste incidiera en aquél, con las consecuencias que ello tuviera para la humanidad y el resto de la naturaleza, las cuales persisten, incluso con los desastres de la modernidad.