Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 15 de marzo de 2019

Las iglesias son centros doctrinarios

Al socialismo le cuesta tanto vencer al capitalismo entre otras causas porque el capitalismo contó con mucho apoyo de las iglesias, que lo promovieron a partir de las revoluciones burguesas en una relación de colaboración crítica. Puede decirse que la actitud clerical respecto al capitalismo fue preponderantemente de favorecimiento, en tanto que las corrientes religiosas socialistas las más de las veces fueron minoritarias. Digo esto porque pienso que el liberalismo se apoya mucho en las religiones, es decir, que consigue mucha aceptación social por medio de su simpatía con los credos modernos, lo que sucede en crisis por la crisis capitalista, que impide la buena satisfacción de las necesidades sociales. Cabe señalar entonces la existencia de una relación directa entre la religión de fe y la falsa conciencia, que en la verídica debe darse menos, pero a eso habría que investigarlo, ya que la verdad pudo conducir a catástrofes enormes, al no haber sido una suficiente. El socialismo tiene este problema, el de las verdades aparentes, las que no bastan y hasta las malas. El socialismo, al ser igualitario, es anti-jerárquico, incluso aunque algunos de sus miembros sean creyentes. El igualitarismo socialista lleva a cuestionar a los sacerdotes, porque se rehúsa a considerarlos como superiores, y a veces para bien, ya que el establecimiento de relaciones fraternas necesita de la igualdad interpersonal. Lo mismo hace con los empresarios, y no tanto con los trabajadores, lo que es secundario pero importante. Así como la actitud de los fieles cuenta, también lo hace la de los trabajadores, es decir, la de quienes viven en la jerarquía desde las posiciones inferiores, de responsabilidad menor en el sostenimiento de los males del sistema vigente. Esta responsabilidad, aunque sea menor, es muy importante, y necesaria para la revolución mixta, la que combina la actividad y la pasividad entre las estructuras altas y bajas de la sociedad. Al socialismo le falta que el proletariado adopte una postura activa que lo impulse, ya que más se da la revolución pasiva, la traccionada desde una vanguardia en el puesto de mando, la de los gobiernos comunistas, en parte sostenidos por sus proletariados, que los apoyaron en porcentajes mayoritarios o minorías amplias, así como muchos apoyaron a los gobiernos liberales, algunos de los cuales fueron socialistas, más de transformación mixta pero enmarcada en la ley republicana, que sostiene a la propiedad privada de las empresas mayores. Entonces, el socialismo tiene que encontrar la manera de que el proletariado luche por él, para lo cual tiene que tener una estrategia que le permita sobrevivir y progresar, que además tiene que ser honesta. Una estrategia deshonesta estaría condenada a fracasar, porque sería abandonada por ciertos proletarios, los que no quisieran dañarse en el intento, lo mismo que pasa en peores términos en general con las estrategias guerrilleras, por lo cual se deberá pensar en el belicismo bueno, algo imposible en absoluto pero posible en relativo, dada la necesidad de los ejércitos para la supervivencia de las naciones. El belicismo bueno es el del desarme, pero hasta tanto se lo logre tiene que haber una doctrina militar consistente con la emancipación humana, de armamentismo y hostilidad decresivas, aunque esto sea insuficiente, ya que la humanidad no está predispuesta a dejar de hacer la guerra y cuenta con armas atómicas.