De la abnegación

Desde la ascética cristiana se impulsó a la abnegación como una forma de promover el altruismo, pero de mala manera, porque renunciar del todo a los intereses propios no puede generar una conducta buena, ya que implica negarse mucho a sí mismo, lo que apareja una conducta autoagresiva que redunda en el altruismo falso. A los intereses propios, y al egoísmo, no hay que reprimirlos de cualquier manera, ni siempre, sino modelarlos, cuando son malos, para que sean buenos, o para mejorarlos si ya lo son y se lo necesita, y en eso tienen que ser buenos tanto para sus detentadores como para los demás. En tanto que la vida humana es conjunta, el bienestar ajeno redunda en el propio, y viceversa, y lo mismo pasa con el malestar, por lo que el egoísmo y altruismo deben ser bien acertados para la buena felicidad conjunta.

 En el DRAE dice que el egoísmo es el interés exagerado por uno mismo, pero en la palabra "egoísmo" no hay ningún segmento lexical que remita al exceso, por lo que se confunde al egoísmo con el egoísmo desmedido.