Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Idea precisable

A partir del Renacimiento, y con la Ilustración, el materialismo se expandió sobre todo entre las ciencias físicas y naturales, en tanto que en las ciencias sociales quedó más contrariado por las tendencias religiosas reformuladas en términos idealistas, existencialistas, fenomenológicos, místicos y demás, porque en materia de las sociedades humanas la cuestión religiosa se presenta más directamente, en tanto que en las ciencias naturales se podía evadir la contradicción entre el materialismo y el teismo con el argumento de que la profesión investigativa materialista podía separarse de la creencia de los investigadores, ese razonamiento de compromiso de que el culto privado no impide al materialismo laboral, adoptado por el profesionalismo, que es del laicismo religioso. En las ciencias sociales, ese argumento era más difícil de sostener, porque la religiosidad y sus consecuencias políticas, económicas y culturales son un tema que desacraliza al credo, al tornarlo un objeto de estudio, por lo cual se omitió bastante la investigación objetiva de la religiosidad, y se relegó la comprensión de la influencia religiosa en los otros ámbitos de la vida social; pero además, como las religiones se ocupan de ordenar la práctica social humana de acuerdo a los credos, el socialismo, que pretende lo mismo pero de acuerdo a la ciencia, adoptó algunas veces un carácter profético, o mesiánico, lo que se nota tanto en algunos pasajes teatrales de Marx como en parte de la obra de Walter Benjamin, y lo que es explícito en la teología de la liberación y en el socialcristianismo. Las ciencias sociales necesitan dar el paso de su desacralización, ya que la sacralidad está muy presente en ellas, en gran medida porque la filosofía está muy influenciada por la teología, en tanto que muchas de las universidades privadas son religiosas y que las estatales también están permeadas por el pietismo, aunque en menor medida.

En las ciencias naturales, y en su aplicación técnica, el tema se repite, por las restricciones a la práctica científica hechas por las iglesias, como las relativas a la prohibición del aborto y a la de la legalización de la marihuana, e indirectamente por las coerciones de la industria capitalista, la farmacéutica en particular, que es especulativa y parte de cuyas autoridades son fieles laicos, por lo cual los preceptos eclesiásticos le influyen, y el análisis de la cuestión es ampliable. Esto está trabando la socialización de las recetas médicas naturistas, algunas de las cuales ya fueron comprobadas científicamente, pero el saber para su elaboración casera no se socializa, en algunos casos porque no se las podría fabricar caseramente, por lo que tiene que persistir la fabricación industrial, que podría adoptar otro modo, pero en otros sí se podría fabricar los remedios en las casas, o en artesanatos, o en empresas medianas y chicas, que podrían ser de propiedad social, incluso con jerarquías internas consensuales, que no estarían exentas de conflictos criticados por la comunidad, o sea que la lucha continuaría. La cuestión es cómo evitar los progresos fallidos, que son retardatarios de la liberación, o que la logran de a poco y con penas, duras y suaves. Es un tema del ordenamiento conciente de la evolución humana. La ciencia social es para eso, y ya falló, pero el reclamo social para el progreso persistirá.