Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 8 de noviembre de 2016

Momento de reflexión

Marx fue un cheto... Lo escribo para que los populistas reconozcan el maltrato que le dieron al chetaje. Los populistas no pueden negar haber maltratado al chetaje, por haber sido antiaristocráticos, como el democratismo en general, pero la aristocracia es parte de la humanidad, por lo que maltratarla no sirve bien para resolver el conflicto de clases humanas, deja cuestiones pendientes, que persisten molestando al no haberse abordado bien el tema de la emancipación. Al maltrato, aunque esté mal, se lo cometerá, al ser violenta la humanidad, y por ende nuestra práctica, pero no da lo mismo cualquier conducta, por lo que la lucha conciente tiene que decidir bien a la práctica revolucionaria, y es responsable de sus errores, que son involucionarios, o malevolutivos, por lo que les cabe la crítica. La lucha tiene que ser legítima, aunque falle siempre, y cuando falla pierde valor, aunque algo le queda. La pregunta para las corrientes materialistas es cómo transformar la realidad humana, siendo que manda el idealismo capitalista, lo que implica enfrentar al capitalismo, pero también al idealismo, que se expande entre el pueblo por la religiosidad popular, sea eclesiástica, esotérica o supersticiosa. La clase materialista es una clase científica y bastante propietaria, de propietariedad necesaria, que atraviesa incoherentemente a la escala social, pero es minoritaria, y naif, porque ignora mucho de la violencia humana, de lo peor de su tramposeo, lo reconoce en general pero no en concreto, porque se lo oculta. El materialismo no tiene en cuenta cosas importantes para decidir su política conjunta, y aunque no la tuviera seguiría con el problema de cómo ordenar bien a la práctica humana, que requiere del gobierno aunque no baste con él, por la legalidad y el sistema social. El materialismo tiende a ser proletario porque la familiaridad es común, pero el idealismo lo impugna, por lo que vive en crisis, y el materialismo y el idealismo atraviesan a la humanidad, de lo que a la práctica la decidimos forzadamente, en tanto que el idealismo es propenso a la clase más fetichista, que es la alta, y pauta la ley y las coerciones de facto que rigen a la socialidad, aunque con influencia materialista también. Por eso las clases populares son cuestionables, menos por su mal propietarismo que por su idealismo, que sigue a relatos míticos, de lo que su práctica convivencial terráquea es violenta, porque la mistificación deforma la comprensión de la realidad: fue que los genocidas dijeran que su conciencia estaba tranquila con los dioses, lo que prueba que la religiosidad justificó su terrorismo, y la religiosidad alta se refuerza con las creencias populares. No toda la religiosidad es terrorífica, pero toda impide reconocer la realidad debidamente para la buena convivencia. El planteo amatorio que debe ser, debe ser el de la buena convivencia humana, aunque sea ingenuo, porque el proyecto socialista es ese, es que la humanidad haga en la Tierra la buena convivencia, lo que los fieles imaginaron en el paraíso celestial, pero humanamente, convivencia que es orgiástica pero que tiene que ordenar concientemente a la sexualidad. En comparación a lo que es la historia presente, eso es una historia bonita, pero es lo que desea la humanidad cuando es buena, y es la práctica proletaria, aunque esté contrariada.