Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 10 de noviembre de 2019

De la obediencia a la ley y el bien

¿Qué pasa cuando la ley hace mal? La ley capitalista, con eje jurídico principal en el liberalismo estadounidense pero establecida en la justicia trasnacional y en la de los países, es incapaz de resolver bien la crisis humana, con sus facetas ecológica, laboral, de género, política y las otras; e incluso lleva a extremarla, al ordenar la acometida de prácticas de gran escala que impactan mucho en la actividad económica mundial, reproduciendo y aumentando la explotación, así como impide su supresión y dificulta su reducción. Ahí la humanidad va a tener que optar entre hacer cumplir la ley o que se resuelvan bien nuestros problemas, porque la ley es incompatible con la buena resolución de la crisis: puede permitir su mitigación, o la persistencia del sistema por décadas, siglos quizás, pero sin resolverla bien del todo, para lo cual la ley debe ser buena lo suficiente, a su vez que verdadera la asunción de la realidad hecha por la especie, dependiente de su admisión porque a la asunción individual se la ejerce luego de comunicarse. Como depende del pensar, depende del discurso, una de cuyas partes es el discurso legal que fuera aprobado en las instituciones de gobierno, con autoridades electas algunas mediante el voto abierto y otras impuestas por la fuerza militar, cuya incidencia en la ley no fue de todo erradicada a partir de la transición a la democracia liberal que sucediera a los gobiernos militares. De hecho, las constituciones liberales fueron impuestas mediante golpes militares, los de las revoluciones burguesas, de ejércitos populares y progresistas, ya que lucharon contra la monarquía. Al absolutizarse las monarquías se les acentuaron sus rasgos tiránicos, por lo que muchos se les pusieron en contra, por lo que las derrocaron, pero la transformación que se hizo fue liberal, es decir, que mantuvo al monoteísmo, con tolerancia entre los credos, a la vez que a la concentración de la riqueza y el gobierno, que pasaron a ser de otro modo, de uno menos cerrado, que ahora muestra sus límites y su capacidad de mayor concentración. Al no haberse evaluado lo suficientemente bien los temas de fondo, se mantuvieron cuestiones equivocadas, que condujeron a repetir la tendencia jerárquica a la concentración purista y al verticalismo exagerado. El empresariado urbano reemplazó a la nobleza -que fuera un empresariado rural de habitaciones superrefinadas, el que más detentara al gobierno monárquico-, en la dirección principal de la sociedad, primero con menos riqueza y luego con una muchísimo mayor. De allí la lógica actual de depotismo financiero, en el cual participan muchos de los actuales poseedores de títulos de nobleza, pero en menor medida de los accionistas de origen popular, en el que las naciones se destruyen para generar los capitales exigidos por su ley, en el que la ley importa más que los fines a los que debe servir.

La ley, como "liga", es tanto la de los escritos judiciales como la inteligencia social, que está muy influenciada por la ciencia de fe, ya que la gente humana cree mucho en ella, por lo que entiende y hace las cosas de acuerdo a sus principios.