Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Un elemento legítimo del golpe contra el gobierno de Evo Morales

El golpe liberal al gobierno del Movimiento al Socialismo boliviano es inaceptable. Es ilegítimo e inmoral, con una trama de fondo, la de las agencias militares que operan en secreto, que es poco bien reconocida por nuestra sociedad, y otras cosas hasta muy graves que son algo sabidas, pero no todo lo del golpe es reprobable, ya que algo de legitimidad tiene. La bondad y la maldad nunca están todas de un sólo lado. Las bolivianos acudieron a un referendo vinculante, convocado por el MAS, para decidir si Evo Morales podía candidatearse a una tercera relección que estaba prohibida por la constitución aprobada durante sus propios mandatos. Al hacerlo, se citó a la nación empadronada a opinar bajo la promesa expresa de que se obedecería el resultado, era un referendo vinculante, y muchos bolivianas votaron para que no se candidateara. Después de eso hubo cálculos políticos en el MAS para revertir la decisión, un pedido de amparo a la corte suprema y un fallo favorable a Morales, que le permitió presentarse junto a los aspirantes de los otros partidos. A la elección se la hizo, o sea que había un acuerdo débil, medio falso, de aceptar la ilegitimidad de la candidatura a intuiciones de que las faltas a las reglas de la democracia son frecuentes. La democracia actual no es lo buena que se dice que es. Cada bando impugnó al otro de faltar a la democracia, además porque la democracia tiene muchos significados distintos, de acuerdo al credo de cada quien, que se dan agrupados en grandes bandas con líneas internas cambiantes, y casi siempre cada cual se reivindica democrático, también interpretando bastante desde idearios fieles, sin buena conciencia de las precauciones que hay que tener con la fe; más bien hasta fanáticos a veces, cuando las concepciones se radicalizan, lo que no es necesariamente malo pero que suele serlo y tampoco puede tener buen éxito en cuanto que la sociedad en su conjunto no se haga cargo bien del tema.

Manejo periodístico mediante, a la bronca popular acumulada contra el MAS tras década y tanto de gestión, durante la cual padeció una campaña agresiva y constante, perpetrada desde las mayores empresas de prensa, a las faltas del moralesismo se agregaron los ataques del imperialismo liberal, con la intervención de la OEA en el escrutinio, la denuncia de fraude de Mesa y su confirmación anticipada por la comitiva de la OEA. Ya estaban compuestos los comités cívicos, unas organizaciones populares de derecha, de cultura empresarial, que siempre intentaron derrocar al gobierno. Llegaron a ser separatistas, no por querer independizarse del país sino para aislarse del mandato gubernamental. La aristocracia boliviana siempre tuvo mucha influencia en la policía y el ejército, ambos formados en su tradición católica, que tuviera el mayor rango constitucional desde la fundación del país hasta la reforma plurinacionalista, y la policía, además de ser operada por la inteligencia de la derecha, estaba afrontando pérdidas salariales, cosa que facilitó que se amotinara. Queda por saber lo que le pasó al ejército, ya que debe haber habido una conversación de cúpulas, con la cual decidir que desobedeciera a la constitución y le permitiera a la milicia policial y mercenaria de Camacho, de familia de propietarios gasíferos expropiados, entrar a la capital del país con un pequeño ejército privado y continuar el vandalismo que había empezado con una alcaldesa, a la que secuestraron, le cortaron el pelo, la llenaron de pintura y obligaron a caminar así por las calles de su pueblo bajo la amenaza de lincharla. En ese entonces el gobierno del MAS fue superado militarmente, por lo que tuvo que renunciar y huir de país, permaneciendo dentro suyo muchos masistas, que fueron sometidos a una persecución piadosa, ya que fue ejecutada por gente pía, que reinstaló un gobierno católico sin quorum parlamentario. Durante hubo muertos y se incendiaron varias casas y edificios públicos, entre los cuales algunos de los tribunales electorales. También hubo piquetes, apedreos, tiroteos, gaseadas, peleas a las piñas, robos, rotura de propiedades movibles e inmuebles, amenazas de asesinatos y secuestros, la ostentación del poder para incendiar la biblioteca del ex vicepresidente, y así otras tantas cuestiones, cada cual muy detallada.

En Bolivia rige la constitución plurinacional pero no es obedecida, porque ésta establece que en caso de conmocionarse el poder ejecutivo el parlamento tiene que designar a un sucesor transitorio que llame a elecciones, pero la mayoría de los legisladores son del MAS, por lo que la asunción de la nueva presidenta boliviana también es ilegítima. En la pendulación de la lucha de clases el transcurso de los gobiernos sucede con cierta ilegitimidad, lo que es lógico por la prevalencia fiante en las ciencias teológicas, de mucho alcance plebeyo por medio de la educación pastoral, dada tanto en las misas como en las escuelas eclesiásticas y en la prensa y espectáculos fieles. Esto es de lo principal en esta época, en que el billete más apreciado es monoteísta.

Una cuestión importante respecto al referendo es que poco antes de que se realizara ocurrió el "caso Zapata", una serie de denuncias periodísticas contra Evo Morales que lo acusaron de haber ocultado que tenía un hijo y de traficar influencias para que la madre se asociara en negocios con una empresa china. Las denuncias empezaron el 3 de febrero de 2016, y las elecciones, a las que Morales acudió con la imagen deteriorada, se realizaron el 21 de ese mes. Después se comprobó que fueron denuncias falsas. Que yo sepa no se condenó a los periodistas que lo difamaron tan de mala forma, ni a las empresas que permitieron semejante mala práctica informativa, por lo que estimo que hay grandes fallas legales en la persecución a la comunicación fraudulenta, que se ampara en el derecho a la libertad de expresión, de aplicación exagerada por permitir atrocidades como estas. Entonces, además de resolver el tema legal, los gobiernos progresistas tendrán que convocar a sus pueblos a que pongan en duda a la prensa y se tomen el tiempo necesario para averiguar si lo que se les dice es verdad, ya que hay un patrón recurrente de campañas periodísticas tramposas con la intención de influir mal en los resultados electorales. Se lo hicieron a Aníbal Fernández, a Fernando Haddad, a Cristina Fernández y a otros tantos. Es una táctica de mala difamación que opera mediante el ataque en falso a la imagen pública de los políticos más populares, perjudicándoles el desempeño electoral, y que es exitosa en cuanto que logra engañar a sectores decisivos de la población.

El gobierno boliviano tendría que haber convocado a la población a rever el resultado de referendo luego de que se comprobara la falsedad de las acusaciones que se hicieron contra Evo Morales, o incluso suspenderlo antes de que se realizara, además de enjuiciar a sus perpetradores, ya que, al no hacerlo, fue a elecciones con la población engañada, lo que empeoró mucho desde el golpe.

El liberalismo principal, el del imperialismo del capital privado, tiene una estrategia múltiple para derrotar a su adversario. En todos los países aplican modalidades de golpes distintos. En unos se destaca el elemento militar directo, como el de las dictaduras de los setenta, que echaron a los gobiernos ocupando sus sedes con tropas armadas, a veces disparándole a la población inerme y otras a guerrilleros, desde los más simples, como los de las protestas, que tienen infiltrados armados que se hacen pasar por manifestantes y pueden dispararle al ejército oficial para justificar la represión, así como pueden tener participantes con piedras, palos, petardos y hasta revólveres y rifles, u otras armas menores. En otras combatieron guerrillas más compuestas, que también fueron infiltradas y tuvieron un rango militar menor que el de las armadas oficiales. A Allende lo fueron a matar al Palacio de la Moneda. A Dilma Rousseff le dieron un golpe parlamentario, acusándola de un delito que se le tolerara a los presidentes anteriores. A Scioli lo hicieron perder con una campaña periodística que difamó al kirchnerismo señalando crímenes que aún no fueron bien demostrados. También estuvieron los golpes a Zelaya, en que los militares hondureños lo sacaron de su casa, y a Lugo, depuesto con un juicio parlamentario cuestionado, así como el encierro a Lula, de legalidad falsa, basada en lo que le pareció a un juez. En el segundo grupo de golpes prima la operación judicial, parlamentaria y periodística, pero cuenta con aval militar. En el de Evo Morales las fuerzas armadas abandonaron al gobierno ante un ejército de mercenarios que atacó algunas de las casas de sus miembros y amenazó a sus familiares, esto durante una campaña de prensa hostil y constante y la lucha geopolítica internacional. El gobierno huido y la Central Obrera Boliviana se expresaron temerosos de enfrentar la milicia opuesta, luego de lo cual se desató una guerra de baja intensidad que lleva declarados 24 muertos, centenas de heridos y desapariciones. Entonces, la estrategia liberal se fundamenta en los pilares de la sociedad liberal, ya que apela a las instituciones establecidas por las revoluciones burguesas, de acuerdo al carácter político que adopten. Se puede evaluar el signo político principal y las características de cada institución para estimarla como aliada o contraria y para pensar en cómo operarla en favor propio. El constitucionalismo burgués estableció un modo de convivencia entre las instituciones clericales y las laicas, dejando entre éstas al gobierno, ya no como monarquía sino como poliarquía tripartita, de poderes ejecutivo, legislativo y judicial, que hacen al capital público, a la vez que se garantiza el predominio del capital privado, al permitírsele la usura irrestricta y condonársele la mala conducta según mantenga las apariencias de lo que se entiende por bondad. Los ejércitos latinoamericanos tienen una tradición tanto católica como consevadora muy profunda, y son la entidad pública con mayor poder bélico, por lo que son decisivos para el orden social. De hecho, se les conformó bajo las leyes católicas de la burguesía triunfante tras las guerras de la independencia, antes de las cuales el catolicismo era monárquico. Estos son datos duros para la estrategia conservadora. A ellos se le suma la opinión pública, en particular la imagen de los gobernantes y aspirantes al gobierno. Hay otros ejes y tramos menores a tener en cuenta.

La poliarquía liberal también es aparente, ya que el gobierno se compone de muchas personas, además electas con el voto, pero en verdad la gran mayoría no participa directo de la toma de decisiones. Se usa al voto como mecanismo de delegación del poder de gobierno en un sistema salarial y de fe, que redunda en que las autoridades del gobierno sean un porcentaje chico de la población. En términos proporcionales, la democracia liberal sigue siendo una oligarquía, ya que los gobernantes son pocos respecto del total de la población, pero en la democracia comunista, de gobierno de partido único, esto también ocurre, ya que las autoridades también son pocas. Es que el comunismo no puede darse bien en un bloque, ya que requiere de buena predisposición internacional. Para que se dé, las masas tienen que saber qué es y quererlo concretar, y para funcionar bien se tienen que resolver bien todos los puntos críticos actuales de la historia, que dependen, además del reordenamiento de las propiedades económicas y políticas, del de la ideología, que es una de las grandes dimensiones de las que depende la práctica de la especie. Como a la economía y a la política se las decide con el pensamiento, los ideales las determinan, en una determinación que no es absoluta, sino general, y que es de consistencia variable e interrumpida, además de ser corporal, es decir, que responde a las características e intereses de los cuerpos que somos, cuerpos dominantes del reino animal.

Dentro de las fuerzas teístas, la lucha de clases se da como enfrentamiento entre el liberalismo privado y el público, que es el de los partidos políticos ecuménicos de centro, como el peronismo en su primera etapa, moderada al principio y revertida después, siempre con salariazgo liberal privado, fuerzas que al representar al pueblo retoman muchas de las demandas proletarias según las procesan desde sus ideologías políticas, que son laicas pero también clericales y deificantes. Las fuerzas ateas ya no son liberales, sino libertarias, pero se someten al liberalismo al participar en el juego electoral vigente o al cumplir con las leyes sancionadas en sus gobiernos, lo que es inevitable muchas veces, redundando en la rutinización del calendario laboral. Entonces, la lucha de clases es contorsiva, ya que sucede pervertida por el fetichismo jerárquico: se da entre actores cuyas formas de entender el mundo son bastante crédulas, por lo que son propensos a engañarse y hacerse daño. El socialismo deberá encontrar una forma que sea efectiva lo suficiente para imponerse bien en el orden social, para lo cual la lucha de sus integrantes deberá ser más o menos segura y justa. Además, es la única forma de hacerla duradera y extensa.