Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 3 de noviembre de 2019

De que trabajar mal es un crímen

La humanidad tendrá que afrontarlo porque su salud y felicidad dependen de que se reparen bien sus males. En el capitalismo se trabaja mucho de más, porque se crea mucho capital excedente. De dejar de creárselo, tampoco se trabajaría tanto menos, ya que a parte del tiempo de la producción mercantil se la dedicaría a la producción más simple, la cual no es remunerada, no siempre es buena, tiene su complejidad y puede ser de mejor calidad que la mal compuesta. Todo el tiempo se elabora, así sea la respiración o los sueños, por lo cual seguro que la humanidad siempre trabajará mientras exista, pero entonces se deberá lograr que la elaboración sea buena del todo, o por lo menos que se acerque a eso.

El pago de las deudas fraudulentas hace trabajar a las naciones para la obtención de los capitales monetarios sobrantes al cual destinarlos, y gran parte de los de la especulación financiera lo son, por lo que causan mucho trabajo ingrato, a escala macrosocial, para cumplir con leyes que se supone debieran beneficiarnos.

El pago de la deuda que el gobierno electo de Aníbal Fernández se apresta a hacerle al FMI convalidaría la defraudación perpetrada a la carta orgánica del organismo, que establece que los préstamos no se deben usar para la fuga de capitales, a lo que se destinara gran parte, sino al pago de intereses de otras deudas. Por lo agraviante del tema en lo referente a la pobreza, paliable pero imposible de abolir con este esquema crediticio, es preferible el abandono legítimo de las obligaciones y la solución del pago mediante su impugnación honesta, con un club de grandes entidades endeudadas, sean de gobierno, del empresariado poco y nada usurero, e incluso del capitalista que se arrepintiera de su abuso, al igual que las obreras. Además, la toma de aquel préstamo también transgredió las leyes argentinas, que establecen que su pedido y ejecución debían ser aprobados por las dos cámaras del congreso, así que de ese modo se avalaría una violación alevosa a la soberanía del país. El mayor problema de la renegociación de la deuda es que seguirán activos los fondos más hostiles, a algunos de los cuales mal se llama "buitres", conocedores de la impunidad de que gozaron en el pasado, acostumbrados a ese antecedente, que persistirán haciendo planes para ir a juicio, sea por bonos argentinos o por los de otros países, en los tribunales internacionales, que deciden más o menos a su favor, ya que la ley trasnacional prioriza al gran capital privado sobre el público; y aquél es el mayor problema. Hay otros menores, y otros de los otros rubros a los que los gobernantes tendrán que atender. Así que la vía del pago no es extensible a largo plazo, ya que la lógica en que se inscribe no permite buena salida.

La deuda fraudulenta también lesiona la soberanía nacional porque el FMI, en calidad de prestador contratado por la presidencia de la república, incide en la política del país que recibe el préstamo por medio de la negociación de su entrega y del pago de sus vencimientos, sujetos al cumplimiento y renegociación de cláusulas privatizadoras, que desgastan a las autoridades de los poderes ejecutivos, dificultándoseles por eso la atención de otros problemas urgentes, así como por la merma presupuestaria y por el surgimiento de muchas otras cuestiones.

En lo atinente a la contaminación, el pago de la deuda impide solucionarla bien, ya que requiere de la producción híper-contaminante, que es la que provee más dólares. La idea de pagar creciendo va en contra de la tendencia a la recesión internacional, además de mantener la lógica del crecimiento compulsivo, en la cual no se evalúa bien la calidad del mismo. La tendencia al estancamiento del capitalismo actual, revertida más en el bloque socialista que en el liberal, implica que dentro de este último la economía oscile entre crecer, estancarse y reducirse de a poco, está en una curva de declive, por lo que las expectativas de los gobiernos progresistas deben ajustarse más o menos al sentido del bloque, que es un desempeño mediocre en lo que hace a las metas ortodoxas respecto del PBI; pero también habrá que replantearse las metas, de igual modo que la forma de relacionarse con el bloque opuesto, que tiene mejores perspectivas de crecimiento pero también de calidad imperfecta. El socialismo nacional gandhiano, del tercer bloque, pretende sintetizar al liberalismo con el socialismo, pero no lo puede hacer bien de forma nacional, ni con el politeísmo, ni con sus desórdenes externos, por lo que demanda buena política.


Lecturas

Genaro Grasso, "Descomprimir pagos", y Pablo Nemiña, "En busca de consensos", en el suplemento "Cómo desactivar la bomba" del diario Página 12 de hoy, edición electrónica.