Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Una inconsistencia fatal de la izquierda

La izquierda no se asume burguesa, por lo que queda en una postura geográfica campesinera, que le dificulta asumir bien el territorio urbano en el que vive, con la apropiación gigante que tiene. Los burgos, al lado de las ciudades actuales, eran unos fuertuchos con pocas casas adentro, muchísimo más simples que las ciudades de ahora, y se daban en mucha menos cantidad, de ciudades chicas de a decenas. Los burgos medievales eran las ciudades europeas de la edad media, eso en occidente, que coexistían con las ciudades de oriente y el resto del mundo. Eran ciudades fortificadas. Las ciudades de las revoluciones burguesas, las del oeste europeo antes que las americanas, eran pocas y tenían pocos pobladores en comparación a los actuales, a los que se agregaron los de la independencia africana y oceánica, después de la segunda guerra mundial, y los de las revoluciones islámicas, china, india y las de las islas del este asiático y Japón, cuyos combates emancipatorios se libraron mucho, pero no del todo, en territorio urbano, como venía siendo desde antes porque ahí están las instituciones de gobierno y las sedes de las empresas principales. El territorio abarcado por las ciudades en 1750 era mucho menor que el de hoy, había muchos menos kilómetros cuadrados urbanizados, construidos de cemento, madera y metal, con el manejo de muchos gremios industriales, como el del vidrio y la pintura, en la etapa más avanzada. A mediados del siglo XVIII no se usaba el plástico, pero se quemaba querosén, otro derivado del petróleo, así como aceite vegetal y carbón. La vida urbana de hoy es mucho más compleja y demanda una producción de bienes muchísimo más variada y prolífica, generadora de mucha explotación, la polución en particular. En tanto que la izquierda no dé bien cuenta de este tema se le va a imposibilitar el buen gobierno, será poco potente para gobernar, ya que no asumirá bien la propiedad urbana, ni su propia condición geográfica, causa de tanto falso disenso. Para el socialismo urbano, asumirse burgués es necesario, para reconocer bien sus condiciones de existencia. Es más, asumirse burgués es poco, porque los fuertes medievales son poca cosa en comparación con las ciudades existentes, algunas metrópolis y megalópolis, a las que va a parar gran parte de la producción rural, donde se la reprocesa muchísimo para la creación de nuestro modo de vida. Entonces, cabe preguntarse qué tipo de urbanidad debe tener la humanidad, una pregunta próxima a la de su apropiación y a la de las prácticas que requiere, con sus consecuencias, inmediatas y mediatas.

La cuestión urbana es muy próxima a la ambiental porque mucha de la contaminación viene de la fabricación de propiedades, demandadas desde y trasladas hasta el suelo civil, que es el de los contrapisos, de interior y exterior, sean urbanos o campesinos. Las casas campesinas, incluso si tienen piso de tierra, son sitios, de la urbanización más rústica. No obstante, el territorio de la producción humana contiene al espacio rural domesticado, apropiado como tierra de cultivo, para lo cual reforestado principalmente a la uso del capital de fe, es decir, de los empresarios fieles más competentes, que quieren mandar de acuerdo a sus fidelidades laicas, de adhesión externa a cultos clericales, cosa que no es sólo propia del mundo liberal, ya que en el socialismo se replica distinto, con menos fe pero con algo de fe, muchas veces fe equivocada, y con la pretensión de que basta la superioridad grupal en vez que la concordia completa, que en definitiva es necesaria para concretar bien al socialismo, ya que sin su aprobación total no puede funcionar bien, porque quienes quedaran afuera lo impedirían con acecho a causa de la envidia. La concreción del socialismo necesitará una tolerancia crédica y una conciliación de clases, ya que algunos socialistas gobernarán estados nacionales compuestos por aquéllas, y sería un crímen histórico suprimir a la clase alta, así como prohibir de mal modo la creencia, por lo que se deberá propugnar su transformación de buena manera, aunque aquélla no quiera y hasta se derechice el proletariado, lo que ya pasó muchas veces. ¿Entonces, qué conciliación se deberá adoptar? Es obvio que tiene que ser resocializante en sentido descendente, ya que el impulso principal del capital concentra las propiedades en la cima, pero eso no alcanzaría si la especie en su conjunto no adquiriera buena razón, de lo que se dista mucho. La razón social hace a la ley, que es necesaria para el manejo social de las propiedades, por lo que, para que la ley sea buena, la sociedad tiene que tener buena razón. Para que se manejen bien las propiedades la ley debe ser verdadera, y eso puede que no baste.

La distinción entre la ciudad y el campo es relativa, ya que en verdad de lo que se trata es de lo más rural y de lo más urbano. De hecho, las ciudades son terráqueas, es decir, que se emplazan en suelo agreste, así como al campo se lo edificó un poco y se lo cultivó mucho, más en algunos sectores que en otros.