Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 2 de enero de 2020

De los obreros como empresarios

Los obreros son empleados, algo próximo a lo empresario. La noción clave del empleo es la de plegar, una actividad textil, que se hizo con las hojas de los árboles. Es la de la aplicación. La de lo empresarial es la de prender, que es la de la aprehensión y la de la comprensión. También la de colgar la ropa, la de los prendedores. Es de una tarea inteligente, de inteligencia geométrica, que es un saber simple, ya que hasta las plantas miden la tierra de algún modo, pero con conteo escolar, dado que los objetos envueltos en ella fueron fabricados por obreros escolarizados. Los obreros emprenden, pero no son dueños de las empresas. Participan en ellas como contratados, es decir, que no son contratantes. No tienen ese lugar por no ser autoridades, esto es, ocupar cargos altos por haber sido electos por los accionistas, que son los dueños de las empresas, que entonces tienen tres niveles, con sus intersecciones: el de los propietarios, el de las autoridades y el de los obreros comunes, implicados en el desarrollo empresarial con los salarios más bajos, a veces hasta mayores de lo que debiera ser, pero eso mucho menor a las ganancias patronales, que también existen como capitales algo mal abstraídos, de los que ni sus titulares manejan siempre a voluntad. Esto sucede por la capacidad obrera para comprender, que no está tan elaborada como la de los dueños, de sofisticación superior pero en parte mal orientada, ya que la educación que recibieron es bastante errática, en cuanto que se da en sistemas creyentes. Al ser contratados, los obreros se vuelven a sujetar a una ley religiosa, que está plasmada en las constituciones y a la que los tenedores de acciones suelen adherir, por lo cual aquéllos deben reconocer y adaptarse a la crítica vigente, que es la de la ley que regula la actividad empresarial, presente en todos los órdenes sociales, ya que también interpreta las relaciones familiares, la moral corriente y la filiación en general. Existe la inteligencia social, es decir, el saber de la sociedad, hecho mucho desde las instituciones universitarias y los tribunales, así como en las iglesias y la prensa, y las demás entidades gobernantes, que es contradictorio, traspasa a las empresas y hace a su cultura porque hace a la ley en la que se inscriben, a la que deben cumplir aunque no lo hagan, y a la que muchas veces cumplen, incluso para mal. La ideología de la ley burguesa es sobre todo empresarial privada, pero el empresariado accionista recibe influencia externa, como la del gobierno, que es otro empresariado, también sujeto al mandato de las asambleas constituyentes que crearon las leyes supremas a las que deben obediencia, esto aunque sean delincuentes, cosa que no pasa siempre y que es normal, ya que las leyes actuales son bastante incumplibles, como los diez mandamientos, tantas veces transgredidos, a veces por lejos. El capital alcanzó niveles de corrupción muy altos respecto de su propia ley, porque su ley no reconoce bien la realidad. Tiene una asunción mediocre, algo buena pero en crisis insalvable, con la maldad exacerbada hasta lo macrosociópata, cuestión naturalizada por ser usual pero que demanda soluciones urgentes, a las que no se podrá postergar.

La raíz etimológica de "empresa" viene de "agarrar" y de "tomar", por medio del vocablo latino "prehendere". Véase la definición de "empresa" en las Etimologías de Chile.