Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 5 de enero de 2020

De que el capitalismo se encamina a una gran guerra

El capital no puede resolver bien su crisis, fundada en la ley burguesa, por lo que tiene una tendencia a la guerra, mayor o menor según el momento pero constante. Los conflictos bélicos menores persisten y pueden terminar en guerra mundial, y el capital no podrá resolver bien sus problemas internos, entre otras cuestiones porque no tiene la razón suficiente, en un contexto de agudización de sus contradicciones, que lo impulsa a acrecentar sus ansias de confrontación armada, lo que hace que detener la guerra nuclear mundial sea casi imposible. A lo sumo se podría reducirla. Lo más probable es que la humanidad deponga las armas nucleares después de una guerra mundial atómica y no antes, por lo que habría que prepararse para una, y quizás ni luego de ella lo hiciera pronto, pero también cabe la posibilidad opuesta.

El capital armamentista es uno de los pilares de las políticas proteccionistas, por lo que, en esta época de gran desempleo a consecuencia, entre otras cosas, de la robótica, los gobiernos pueden ceder a los intereses militares con la intención de favorecer la creación de puestos de trabajo, así como sus dueños influenciar a los gobernantes por distintos medios, algunos ligados a sus vidas íntimas, de negociaciones tanto de oficinas como de salas de estar, pasillos, antesalas o restoranes, con las relaciones familiares entrecruzadas a las empresariales, tanto las más privadas como las de gobierno, que son de las más públicas.

La crisis entre Estados Unidos e Irán puede que no desemboque en una guerra atómica, pero puede hacerlo, y, si no sucediera, ésta puede ocurrir después, así como acentuarse o proseguir la guerra en curso sin el uso de armas nucleares.