Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 29 de enero de 2020

Legalización perversa

Lo ficticio del capital llegó al punto de que, en Argentina, el parlamento se apresta a debatir la renegociación de la deuda gubernativa con una fuerza mayoritaria compuesta por muchos de sus acreedores, que es la de Juntos por el Cambio, que les contiene dentro y se les relaciona de cerca, en general con simpatía de clase. Los acreedores son representados por la segunda fuerza parlamentaria, que es la que tomó la deuda cuando presidiera al país en las dictaduras y los gobiernos conservadores, la que cobró durante todos los mandatos, desde antes de la década infame, y la que sacó como el 41% de los votos emitidos en la última elección.

Como la deuda es ilegal -porque violó leyes tanto de los endeudados como de los acreedores, cuando el FMI perdió la buena fe al vulnerar la constitución argentina, a lo que hizo en el momento en que le otorgó un préstamo al banco central de este país que no cumplía con su ley, que exige la aprobación parlamentaria para recibirlos-, la renegociación está viciada de antemano, no puede terminar bien. Puede servir para ganar un poco de tiempo, pero habrá que asumir bien el punto, porque la lógica que lo guía termina mal seguro. Cuanto antes se asuma bien el tema, antes se lo podrá resolver bien, por lo que no admitirá dilaciones, porque las finanzas internacionales son de lo más importante para la sociedad. Un problema serio es que la deuda está ligada a la fe, por lo que la buena resolución del problema de la deuda depende de la buena resolución del problema teísta. Si no, se trataría de una solución insuficiente, que igual será necesaria, pero que no alcanzará para conseguir una justicia social constante y plena, con las horadaciones que tendría por ser animal.