Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

viernes, 10 de enero de 2020

Sobre la mala promiscuidad

El liberalismo desató una liberación sexual de mala promiscuidad, ya que su comprensión de la realidad es conjetural, por la cuestión monoteísta, y a la vez exige la abstinencia, es decir, que las ideas sobre cómo manejar el coito son desbocadas, lo cual termina en una promiscuidad mal ordenada, que en el socialismo causa enemistades políticas en conjunto con otros factores, ya que el socialismo, al ser proletario, y al someterse el proletariado a la ideología dominante, adopta los modos erráticos de su clase, no exentos de la brutalidad de la época. En su propio bando, el liberalismo tiene otro trato sexual, esencialmente fingido y pretensor de buena conducta, y en general frígido, ya que, sus miembros, para desempeñarse como se supone que se debe, tienen que componer a su moral con su naturaleza, siendo que su teología no entiende bien la naturaleza animal del deseo humano, por lo que tienen la ética algo equivocada, lo que no es privativo de los liberales, ya que en el socialismo se repite distinto. El error teísta le incide en la moral, así como el de descreer al ateísmo, que lo lleva a no reclamar la verdad como corresponde, ya que se concentra en sostener la propia postura en vez que en reclamar que la humanidad admita lo suficiente: no prioriza bien al funcionamiento colectivo por sobre su verdad. Al suponer el abrahamismo que el alma llega desde el cielo, y con un mandato de su gran creador, se yerra su comprensión, ya que se le basa su origen en una entidad hipotética, que varía en las distintas culturas, lo que también se da, de diferente modo, en las zoroastrianas, entidades a las que se les atribuyeron muchas características distintas, algunas incoherentes entre sí, todas enarboladas como verdaderas en su momento de apogeo, al que hoy en día tiene el monoteísmo cristiano protestante. Lo que llegó a los vivientes es la luz solar, siendo que el sol no es un ser con voluntad propia. A su vez, la materia solar viene de la espacial, que tiene un exterior del que los humanos, como especie, sostenemos explicaciones a las que pretendemos como verdaderas sin haber obtenido la suficiente comprobación, y de que, si la obtuvimos, no está bien socializada, lo que implica un impedimento semejante para la revolución social justa.

El mundo gay tiene su mala promiscuidad porque tiene algo de mala razón que se compone con la del orden dominante, que impide hablar siempre bien de los asuntos sexuales, quedando mucha mala educación sexual, así como parte suya es conservadora. Como mucha de la frivolidad es emitida desde los canales de televisión, la radio y los periódicos, detendados sobre todo por los grandes empresarios, la ideología lúdica obrera está atravesada por las nociones privatizadoras de fe, a veces perdedoras, sin que hayan perdido lo suficiente, y también tienen su progresividad. Son heterogéneas y contradictorias, principalmente conservadoras pero extremables por la irresolución del conflicto mundial, y secundariamente progresivas, del reformismo liberal de centro, cuya doctrina para lo privado tiende a ser de populismo clerical. Las concepciones verantes, de cuño verista, el más partidario de la verdad, que es el de izquierda, siguen hasta el ultraizquierdismo, que al final se llaman casi siempre revolucionarias, desaprueban al progresismo sin reconocer el propio, entrampadas en un debate falso, también dificultado por lo trabajoso que es entender al progreso vigente, que nos congratuló de mala manera, es decir, en el que la celebración de la vida burguesa implica una explotación de la naturaleza que nos destruye no del todo bien. El progreso actual es falso porque su ley es aparente, en el sentido de que basa su orientación histórica en relatos dignos de fiar, dando por sentado demasiadas veces que lo creído es verdad, cuestión que tiene muchas malas consecuencias en la historia y en la práctica social, pero eso no le resta sus méritos. Es un modelo al que, para transformarlo bien, se lo tiene que criticar lo suficiente, y la única transformación válida es la que sea buena, ya que la mala lleva a la extinción política, que retrasa la universalización de la reforma socialista.