Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 20 de enero de 2020

De que el cuerpo determina la identidad

Una falta extensa del paradigma transgenérico es que le da poco espacio al cuerpo más pesado en la crítica identitaria, concentrándose demasiado en lo psíquico y en lo actitudinal, en el movimiento, individual y relacionado, que son temas corporales pero no son toda la realidad corporal. El cuerpo humano, tanto como el de las otras especies vivas, contiene a las almas de cada quien, que son parte suya. El alma es la actividad neuronal. La identidad psicológica es material, tiene lugar en el sistema nervioso, o sea, en el cerebro, el cerebelo, los nervios, las células de los sentidos externos y las del sentido interior del cuello hasta los pies y hasta las del cráneo, y demás, que se hacen sentir a veces, como cuando duele la panza. A las de los ojos las sentimos casi siempre cuando estamos despiertos, así como a las nasales, las auditivas y las táctiles, según si el impacto externo alcanza para estimularlas. A las degustativas las sentimos al comer, y a las del pensamiento siempre que estamos despiertos, y a veces al dormir, cuando hasta replican a las sensaciones exteriores, que quedaron guardadas en una memoria que funciona sin que la podamos controlar del todo, así como no se expresa todo lo que se piensa por temor a la represión de quienes no aceptarían algunas ideas ni aunque fueran buenas, porque su moral las reprueba. Por eso es que hay una relación directa entre las ideas raras y la falsedad de la ciencia dominante, porque al imponer mal una versión algo equivocada de la realidad fuerza a reprimir lo que no se condice con ella, de igual modo que no se toleran las actitudes desacreditadas por la ley, las cuales, en verdad, no son del todo buenas. La barra de la represión psicológica, que separa lo conciente de lo inconciente, tiene origen ético, por lo que pertenece, si bien no de todo, a la ciencia oficial, así como conlleva existencia propietaria, o sea, que la represión psíquica tiene un vínculo íntimo con la apropiación y las clases sociales, acontece entre gente socializada de acuerdo a la estratificación social que impera, y muy atravesada por leyes delirantes, algo públicas y algo privadas, por los llamados "privilegios", leyes privadas, que ocurren en todas las clases y se intensifican en la capitalista, en particular entre multimillonarios, que sostienen la represión política y económica a la vez que proponen cierta conducta religiosa, laboral y moral, no sin faltas e incumplimientos, en parte de lo cual gozan con la venia del pueblo, y hasta mucho del proletariado, más en términos de la moral cotidiana que en lo que hace a la concentración de las riquezas porque a ésta se le nota más fácil la relación con la pobreza, pero la moral menos sobreacumulativa, la de lo doméstico, lo matrimonial, lo sexual, lo lúdico y así, también empobrece porque tiene inconsistencias esenciales, yerros categoriales que permanecen en la inteligencia social forzando mal la acometida de las obras.