Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 11 de abril de 2018

El evangelismo latinoamericano es un cristianismo conservador. Con nota de filosofía de la historia

Es promovido por el protestantismo estadounidense, que es pro-capitalista e imperialista, y afín a la privatización, por lo que favorable a la aristocracia, en primer lugar a la de las oligarquías locales, por su inserción nacional, y en segundo a la estadounidense, por su proveniencia originaria. Es un contrapeso de la elite del imperio norteamericano al populismo adoptado por la iglesia católica. El catolicismo es un cristianismo menor al protestante, que es el que tiene la supremacía mundial, aunque la está perdiendo en favor del ateísmo comunista chino, que deberá ser superado también, y que decaerá algo al menos, porque en verdad no es un comunismo, sino un capitalismo mixto de gobierno ateo, ocupado constitucionalmente en su totalidad por el partido comunista, en una nación en gran medida religiosa: el comunismo chino está muy adelantado a las condiciones históricas principales, y al no favorecer tanto a la socialdemocracia, por la rivalidad entre las internacionales, pierde fuerza, lo mismo que hace al capitalizar mal. El trayecto tiene que ir del capitalismo actual al popular, de allí a la socialdemocracia, luego al socialismo, después al comunismo y después al buen orden, todo eso bien atravesado por la ecología. Ese orden es quebradizo, pero intentar saltear mucho las etapas tiene poca buena cabida. Se avanza mucho y luego se tiene que esperar, o que volver atrás. La estrategia del ateísmo socialista tendría que recomponer bien a las internacionales entre sí lo más que pudiera para facilitarse el buen éxito de su empresa, y debe hacerlo por los conglomerados humanos a los que representa, que en verdad debieran ser siempre toda la humanidad, para que no se falsee y enfrente los debates que tenga que dar de la manera en que se tiene que hacerlo para que el enfrentamiento salga bien. Debe medir la posibilidad de la concreción de sus objetivos de acuerdo a la exigencia proletaria en primer lugar, atendiendo bien al lumpenproletariado, y a la del empresariado no capitalista en el segundo, y con las reversiones que correspondan, porque el empresariado pobre puede ser inferior al salariaje medio y alto, lo mismo que le deben caber las buenas demandas privadas, que padecen al capital y a la religión desde arriba.

En Argentina, y seguro que en Brasil también, las iglesias evangelistas están ejerciendo una política de desmovilización de los perjudicados por el ajuste, al invitar a las y los desempleados, quebradas y demás precarizados a buscar la solución a sus problemas con la fe.

Es aventurado decir lo que sigue en este párrafo, pero allá va. La socialdemocracia es una etapa intermitente del socialismo en la que el gobierno es socialista pero la ley suprema es pro-capitalista. A partir de la reforma constitucional pro-socialista, se inicia la fase socialista continua, que podría contener a gobiernos religiosos y pro-capitalistas encuadrados en una ley pro-socialista en el caso de que se mantuviera al sistema de sufragio pluripartidista, fase prolongada que impulsaría la socialización de los grandes medios productivos económicos y que se tornaría comunista al socializarse el gobierno, a lo que le faltaría la divulgación de lo que hubiera oculto de la buena ciencia para completarse. Sería un proceso crítico y gradual, pero de gradaciones algo irregulares e interpuestas, con retroversiones y demás desperfectos, y no tendría la seguridad de concretarse. La evolución humana planteada por la filosofía de la historia puede no completarse nunca, pero sería bueno que se diera. Hasta ahora los gobiernos socialistas y comunistas se limitaron a direccionar el desarrollo capitalista en términos más o menos progresivos, con toda la injusticia que eso tuviera, y planteando avances más bien puntuales de las etapas más elaboradas, porque su desenvolvimiento está determinado por el fideísmo moderno, que es lo que prima en la sociedad. Hay una correlación entre el modo del gradualismo y la escala de las instancias societarias, porque el socialismo requiere de la socialización de los medios económicos, que son más los de la infraestructura social, el comunismo la de los gobiernos, que suelen ser meso-estructurales, y el buen ordenamiento la de la ciencia, que es bastante superestructural. El asunto con esto es cómo componer el transcurso de las etapas con la satisfacción de los buenos reclamos relativos a las fases posteriores, que urgen con menor intensidad social en el presente. Debe ser una transformación integral con prioridad relativa de lo inferior sobre lo superior, en la que las organizaciones políticas tienen más que obtener medidas acordes a la predisposición progresiva de la sociedad que plantear las cuestiones a futuro, que son las que tienen poco consenso para concretárselas legalmente en lo inmediato y de las que se debe ocupar la sociedad entera.