Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 23 de abril de 2018

La deconstrucción es de calidad evaluable

Eso. Como todas las cosas, la deconstrucción no sólo que es evaluable, sino que será evaluada por los seres humanos, en tanto que la práctica deconstructiva incide en la vida personal. Entonces, nos juzgaremos la destrucción que ejerzamos, por lo que cabe el análisis de la destrucción. Destruir es normal para la humanidad, ya que es una acción frecuente, que es la de romper cosas por accidente o decisión expresa, de modo decidido conciente también, lo que influye en los sentimientos de la gente y en los de los demás seres vivos. En las ciencias sociales se tomó a la deconstrucción desde la destrucción socialista al sistema vigente, como una reformulación cooperativa de la destrucción individual hecha por anarquistas, sin evaluar a la deconstrucción dominante, que existe y es mucho mayor. Como destrucción efectuada en colectivo, el liberalismo la ejerce desde una posición superior.

El eje teísta es el que atraviesa a todos los órdenes propietarios de derecha a izquierda. La derecha es de relacionismo teísta, financiaridad suprema, política aristocrática y gobierno oligárquico, de carácter jurídico castigador, socialidad desigualante y competitiva; es moralizante en términos clericales, mandona en lo doméstico y patrona en la generación social del valor de cambio. La izquierda las inversas, como cosa no absoluta, pero ni la derecha es toda mala ni la izquierda toda buena y, como los miembros de la derecha son seres humanos, algo de respeto se deberán merecer. El fideísmo, como método ideatorio, hace al oscurantismo de las concepciones, porque ordena a la práctica sin que se la haya hablado lo suficiente, de lo que ésta hace algo mal. Que algo sea algo malo puede ser un problema grave. Entonces, como deber humano, cabe la crítica a la fe. La fe, a diferencia de la estratificación en clases, hace a la derechización desde la base a la cúspide, atraviesa a toda la escala social, y tiene impulsos de arriba hacia abajo como a la inversa, en los que prepondera la base social. La fe es antecesora de la religión, que es una creación fideica más compleja, a la que se sostiene refinadamente desde arriba pero que es mantenida desde abajo. Entonces, la religiosidad popular es una problema serio para la evolución histórica, así como lo es la privada y como lo es su inserción en los otros tipos de actividad social. Como el problema de la historia humana es integral, la economía es incidida por la religión, tanto como a la inversa y en confluencia algo caótica con las otras instancias.

Las clases populares, al haberles otorgado el mando gubernativo a los partidos liberales, que son religiosos, les brindaron con su voto una fe de gobierno, que fue traicionada como tantas veces antes. Un tema para la izquierda es el de porqué las masas optaron por partidos de derecha si la propuesta de la izquierda es tan buena como ésta dice que es. Es que el balance de los gobiernos de izquierda no es tan bueno como lo que fue reconocido por los partidos socialistas, que todavía no dieron cuenta del todo bien de la maldad de sus propios ejercicios, lo que es una condición indispensable para que sean más creídos e insuficiente para que sean buenos; pero ser seguidos por muchos podría volver a causar una catástrofe grande si la izquierda no hace la asunción de la realidad debida para el buen gobierno, que igual tendría problemas insalvables y gravísmos, más inatendibles aún si se parte de una comprensión social equivocada. Un índice básico para el asunto es el de la correlatividad entre las internacionales socialistas, por lo que los defectos graves de la izquierda perdurarán por mucho tiempo. Otro índice es el del grado de la asunción social de las cuestiones sociológicas verídicas, la cual es necesaria porque el funcionamiento social se compone socialmente. El buen orden al que busca la izquierda, para realizarse bien tiene que contar con la aprobación de toda la especie, por lo que hasta tanto no podrá ser pleno. Entonces, la izquierda tiene que decidir bien qué hacer entretanto, por lo que difieren las condiciones actuales de las necesarias para el buen gobierno, en lo que el esclarecimiento de la conciencia social es prioritario porque la política es una práctica conciente. En eso está el tema de la buena admisión de la propia ignorancia. Como los discursos están sostenidos con la fe, se habla mucho de acuerdo a pareceres y creencias, de lo que no se reconoce que se ignora la verdad de los asuntos. Un paso importante para la transformación histórica es el de la admisión de la propia ignorancia, porque permitiría rever las propias ideas con la intención de componer la práctica social según el conocimiento de la verdad, intención que ahora está confundida con la de imponer los mandatos de la propia concepción. Sea en el orden religioso, el económico o el político, el interés del beneficio social está mezclado con el de imponer las leyes de la propia concepción, de lo que aquél cae cada vez que se imponen concepciones erradas, y todas lo son en algunos temas.

El antihumanismo es genocida en una acepción inusual de la palabra, en el sentido raso de que hace decaer al género humano, justamente porque le está en contra. En verdad, lo que debe caer no es la especie, aunque podría reducirse bastante, sino la mala práctica que comete. Entonces, los anarquistas, al haber sido antihumanistas, fueron genocidas, es decir que la ultraizquierda cometió atrocidades del nivel de las peores de la izquierda, seguramente en una cantidad mucho menor, así como fue menor el progreso que lograron. Para precisarlo habría que indagarlo y compararlo con las buenas obtenciones de cada cual, pero el tema principal seguirá siendo el de la calidad de la vida de la especie, o sea que lo que tiene de vano la pelea intraizquierdista, de la que es parte la híper y el centroizquierda, seguirá debiendo dejar de ser por lo frívolo que es.