Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 2 de mayo de 2020

Acerca del espíritu de lo muerto

Lo espiritual es lo relativo al viento, al aire que se mueve y que suena como la ese cuando choca con algo duro, cosa que, en lo vivo, se da al respirar, un acto al que a veces hacemos a conciencia. Entonces, lo muerto tiene espíritu, el soplo inerte, que es como el vital pero distinto. Espiritual es lo inspirado, lo que recibe al aire, lo de aspirar, aquéllo en lo que el aire entra. No obstante, al soplido muerto los muertos no lo conocen. Es un espíritu sólo conocido por lo viviente, como la fuerza, que se da en lo inerte de forma involuntaria. De todos modos, nos falta reconocer bien el pasaje de lo muerto a lo vivo, para lo cual hace falta establecer lo suficiente el verdadero significado de la vida, que yace sepultado bajo las definiciones por extensión, que no se corresponden del todo bien con su sentido denotado.

Al sonido del viento lo conocemos los seres auditivos, pero las plantas, al viento, lo perciben de otro modo, o sea, que sienten el soplo externo. También inspiran y expiran.

Lo voluntario es lo de las vueltas, lo vueltero, o sea, que lo muerto también tiene su voluntad, pero es distinta de la viva porque no es intencional, no tiene interés propio. El interés depende de una definición, un acto conciente, co-escisivo, de una escisión conjunta, a la que hacen, con el agua y el gas, los brazos de los ácidos nucleicos, primero de manera espontánea, y entremezclada con la entrada y salida de luz y calor, con lo que los espirales se cargaron y descargaron de cosas, y empezaron a crecer. De no quererse vivir se pasó a vivir. Fue un acto no consentido, una imposición por la fuerza, que no obstante generó a lo natural. Lo natural surgió de la naturaleza inerte. Lo inerte no siente, en la acepción psicológica del término, pero sí incorpora y expulsa elementos, aunque no de forma planificada. Desde que, hace como 1900 millones de años, los ácidos ribonucleicos atrayeron agua hacia sí mismos, pudo haber surgido la conciencia, presente seguro en las primeras células adenarias, que habrían sido bastante posteriores a las árnicas, las de ARN, mono y bicatenario, así como el ADN bicatenario debe ser posterior al monocatenario.

"Espíritu" vendría a ser "respirado", pero la respiración aérea es muy posterior a la inicial, la de los peces y las plantas subacuáticas, es decir, que la respiración tiene soplido acuático, como el de las corrientes submarinas, el flujo del agua, que contiene a los gases de la respiración sumergida. El primer soplo viviente de la Tierra ocurrió en el agua, sino en ácidos azucarados y grandes, en las células más chicas, ambos rodeados principalmente de agua, con gases y minerales en medida menor. Fue un ingreso y egreso gaseoso que permaneció por mucho tiempo bajo el agua, alrededor de 1500 de los cerca de 1900 millones de años que tiene lo nacido. En el llamado virión, un ácido ribonucleico, esos gases interactuaron, así como el agua, la tierra y la luz, creándose una primera co-escisión de las cosas, una ruptura de materia hecha por su cuerpo complejo, lleno de los ribetes del espiral embrazado. Los ácidos azucarados simples procesaron líquidos, minerales y gases de forma inercial, hasta que a partir de cierto punto empezaron a vivir, a nutrirse y crecer mucho más y más rápido que antes mediante la incorporación material, sobre todo de agua. Puede que el ARN haya procesado materia de forma espontánea durante miles de años, así como lo seguiría haciendo hasta ahora, con lo que adquiriera co-escindencia, la trituración compuesta de líquidos, sólidos y gases, que hace a la conciencia primigenia -"conciencia", en verdad, quiere decir "co-escindencia"-, con lo cual luego se rodeó de agua y de una capa lipídica y azucarada, con la que se creó un espacio interior bebiente, respirante y comiente, que fue complejizándose más con el tiempo. Además, un núcleo de ácido nucleico no se forma sólo de protones, neutrones y electrones, sino que tiene componentes menores, que son los que más se desplazan de forma gravitaroria y que pueden ser más o menos, como, por ejemplo, según la carga fotónica, o la etérea si la hubiera.

Entonces, se vive desde que se empieza a crecer más que el común de las moléculas grandes, desde que un cuerpo de éstos comienza a incorporar a otros dentro suyo con una magnitud extraordinaria, para lo cual saca a otros menores y con lo que se expande, pero algunas moléculas también se agrandan, aunque no vivan. No se crean a sí mismas a partir de procesar cuerpos sino que se agrupan transformándose poco. Es un punto de inflexión en un cambio químico gradual, o sea, que tanta diferencia entre lo muerto y lo vivo no hay. Ambos comparten el hecho de ser, y lo vivo es más complejo que lo muerto, con una diferencia en el crecimiento y en el tipo de acción, ya que lo vivo, luego de engendrarse sin quererlo, añade la acción pensada, que en lo muerto no se da, lo mismo que la sensibilidad, el deseo, la memoria y así.

Lo que distingue lo vivo de lo muerto no es tanto la reproducción, ya que ésta supone una edad avanzada del especímen viviente, sino la nutrición. Si se toma a la reproducción como criterio habría que concluir que las primeras células de ADN no estuvieron vivas hasta que se reprodujeron, es decir, que desde que se gestaron hasta que se replicaron estuvieron muertas.


Anexo

Lo de que la voluntad venga de las vueltas capaz que está mal. Si bien los ácidos ribonucleicos deben dar vueltas cuando los tracciona el agua, como hacen las hélices con el viento, no entiendo bien la relación entre eso y el deseo. Entre las vueltas hidráulicas y la carga fotónica y magnética los ácidos azucarados tienen mucha actividad. Los electrones y magnetos les deben transitar más por sus bases más gruesas, que son las que tienen más atracción gravitacional por ser las más pesadas, y no están sólo en el medio de la hélice, en esa especie de línea recta discontínua conformada por los conjuntos de adenina, timina, uracilo, citocina y guanina -que son como unas pelotas que resaltan al final de cada brazo de la hélice-, sino también por la hélice misma, que es como hueca, por lo que puede albergar materia transitiva mientras que gira. Después viene la eyección de flujo liviano, que lo hace crecer y de la que trata el metabolismo. De esas vueltas electromagnetizadas se tira flujo leve. Así es el metabolismo, que se refiere a lo que ocurre cuando se tira. "Meta" es "junto a", "bole" es "tirar" -la raíz generó a las palabras "ballein" y "bala"- e "ismo" es "cualidad", o "sistema". Está en el diccionario citado de etimología castellana. A su vez, el de "bole" es un morfema parecido a los de las vueltas, así que la relación entre las vueltas y la voluntad puede ir por ahí, pero la que conocemos por nosotros mismos es mucho más compleja, ya que el cuerpo humano contiene de a billones de ácidos ribonucleicos, con bases de timina, que son más grandes que las de uracilo, y rulos dobles.