Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Sentir como incorporar entes

"Sentir" es una palabra peculiar. Empieza con ese, sigue con e, ene, te, i y ere. Podría usarse una distinta para hablar de lo que habla, y de hecho se las usa, pero ellas no son palabras cualesquiera: hay una razón natural de las palabras, una lógica necesaria, porque el discurso es preciso para comunicarse, y comunicarse lo es para vivir. Si hablásemos desde cualquier arbitrio moriríamos, y la pobreza que tenemos responde, en parte, a lo mal que hablamos.

La palabra "sentir" tiene sinónimos y traducciones en otras lenguas, de grafos cortos porque la urgencia de comunicar los sentimientos para lograr los cometidos demanda expresiones concretas, pero todas significan lo mismo, la estimulación de los órganos sensoriales mediante las cosas que llegan a ellos, que de algún modo y en parte les ingresan. La de "sentir" es una palabra que es como sí dijera "se entar", como si "ente" tuviera el verbo "entar" y el vocablo sentir quisiera designar al acto de meter entes externos dentro de sí, entizarse, lo que de hecho pasa con las cosas en general más livianas, como la luz, la vibración aérea y las emanaciones del olor, que también son aéreas. El gusto tiene sobre todo cosas líquidas y sólidas, y el tacto de las tres, pero la materia que entra a los órganos de los sentidos es un extracto de ellas, o sea, que el grueso de la materia sentida no entra al cuerpo sensible. Las células sensitivas de la boca son capaces de absorver materia, por medio de sus poros, así como las de la nariz quizás lo hagan, ya con partículas del aire inspirado, que pueden ser ínfimas, como las de la radiación magnética, de escala inferior a la de los electrones. Las células sensibles de la vista reciben materia fotónica que ya se hubo incorporado como haces de luz al pasar por la córnea. Los tímpanos están en el oído interno, es decir, que la vibración con la que trabajan atravesó la membrana acústica, entró al cuerpo que la escucha, quizás también con una materia más sutil que la eléctrica. Al vibrar, la materia hace una actividad motriz, que se expande por el aire y el agua, traspasa las membranas acústicas y hace tintinear a los huesos del oído, por lo que el oído nota la actividad vibratoria de las cosas, así como la vista la lumínica. Mucha vibración sucede sin llegar a ningún oído, tanto como el flujo de la luz a ningún ojo, pero se los percibe, de distinto modo, con el tacto. Cuando lo objetivo entra al ser viviente pasa a ser subjetivo, incluso los alimentos y el aire, y al exteriorizarse se hace objeto de lo interno. Al oler se deben internalizar cuerpos ínfimos, lo mismo que al degustar se absorve materia chica, como en la masticación, en la que unos pocos nutrientes entran por la mucosa bucal, los que no son tragados. El tacto incorpora calor y frío, así como puede recibir descargas eléctricas, que entran al cuerpo y lo sacuden. Los electrones son más chicos que los neutrones, o sea, que al liberarse del núcleo atómico pueden traspasar la piel y las membranas celulares, como en el electroshock, en que la electricidad va del enchufe al corazón.

El olfato es el sentido respiratorio, con el que se testea al aire. El gusto es alimentario. La vista nota el entorno. El oído también, y permite al habla. El tacto siente lo que toca la piel. La mente piensa, recibe información desde los sentidos primarios, es decir, que recaba la materia que ellos le mandan, la cual le entra para que la procese, no siempre de buena manera, ya que a veces se piensa mal. La emoción es un sentimiento interpuesto entre los sentidos externos y el pensar. Es, sobre todo, pectoral y del cuello. Hace una síntesis de los sentidos primarios, que incita a pensar, antes que sintetizar también con el pensamiento.

Con el feel inglés ocurre parecido, porque además de designar al sentir es filiativo, y en las filiaciones se intercambian cosas.

La imagen de luz da cuenta de que las partículas del aire no se dan en estado puro, al menos las que más conocemos, porque muchas veces están atravesadas por los haces de luz, que le cambian la fisonomía sin hacerlas dejar de ser aire, lo que permite ver en dónde se encuentra. La luz es de fotones, o sea, que los fotones recorren el aire, el agua y el éter, tanto como el hielo y el vidrio, haciendo que sus partículas los tengan dentro suyo, así como pasa con la luz negra, el trasfondo de universo, que es una luz, a la que a la noche percibimos con la vista porque surca el espacio. La materia transparente permite el paso de fotones, aunque de diferentes modos.

La raíz de "sujeto" y de "objeto", con sus derivados -como "objetivo", "subjetivo", "objetividad" y "subjetividad"- es la de "yacer", que a su vez viene de "hallar", "haber" y "hay". Yace lo que es. Todo lo que es yace en algún lado, por lo que el "sub-" de "sujeto" remite a su interior y el "ob-" del objeto a lo externo. El límite entre lo objetivo y lo subjetivo es el borde de cada cosa.