Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

lunes, 4 de mayo de 2020

Del levantamiento de la mal llamada cuarentena

La cuarentena implica un contagio controlado, aunque no lo suficiente, porque no manejamos del todo la contracción del nuevo coronavirus, la manera en que se lo contrae. Su dispersión, con la reclusión de por medio, implicó que lo contrajera una parte amplia de la humanidad -se calculó que entre el 60 y el 80 por ciento lo iba a tener-, en general de forma a y subsintomática. Los contagios meso y polisintomáticos son los más detectados, a los que se les dice "infectados", pero en verdad los infectados son muchos más. Lo que pasa es que la mayoría se trata de enfermos tan leves que no precisan de tratamientos intensos. Entonces, el contagio controlado del aislamiento social lo que hace es reducir, en general, el nivel de la infección en cada cual de las personas que contraen el virus, la cantidad de viruses que les entran, por medio de la interrupción de su ciclo de transporte, que se reproduce menos porque, al no encontrar con tanta facilidad en quiénes hacerlo, por la distancia entre humanos, se muere más afuera de nuestros cuerpos. Al salir de los enfermos, en vez que llegar tanto a las mucosas humanas termina más pereciendo en el piso, o ante el jabón, la lavandina, el alcohol y el cloro, y demás formas de morir fuera de nuestros cuerpos -adentro se lo fagocitan los glóbulos blancos-. Entonces, el aislamiento reduce la cantidad de viruses que entran en cada quién, facilitándole el trabajo a nuestras defensas inmunitarias, que serían más vencidas si los viruses nos entraran de a muchos, y permitiéndoles que los reconozcan, registren sus características en archivos medulares y se preparen para combatirlos en el futuro. De allí que, al levantarse de a poco la mal llamada cuarentena -que no dura cuarenta días-, lo que debiera hacerse con pruebas piloto seguras, habría que mantener las condiciones precautorias en los integrantes del grupo de riesgo, a quienes no se identifica del todo bien. Mientras que no haya las vacunas y remedios accesibles, quienes estén en peligro debieran mantener los recaudos suficientes, permitiéndose el levantamiento de la reclusión, de a poco, con cautela, balance y la chance de reponerla, a quienes se supiera que no están en riesgo. También habría que hacer excepciones para quienes, si bien no están en peligro reconocido, deban tratar presencialmente con quienes sí lo están.

Para que se efectuase un tratamiento próximo a ser del todo suficiente cada miembro de la sociedad tendría que tener la razón necesaria y la libertad para elegir bien qué hacer de su vida, lo que no se puede por nuestras faltas ideológicas, que hacen a nuestra moral, a la ley y al vapuleo con el que se las impone, cosa que se concreta mal, contradicha y en crisis, a la vez que goza de cierto consenso.