Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

domingo, 28 de junio de 2020

De que el contagio del coronavirus espigado no se da sólo mediante el contacto estrecho con infectados. Con crítica a la regla de los 15 minutos y mención al vínculo entre el contagio y el humor

El contagio de coronaviruses de espiga se da de distintas formas. Una es mediante la respiración directa de los que salen de infectados, con la exhalación, los estornudos y la tos, pero hay otras formas: la de llevarse los viruses con los dedos a la mucosa bucal, nasal, ocular, anal, peneana y vaginal , la de respirar los que flotan en el aire y demás.

Al principio del brote era menos difícil seguir la cadena de contagios porque había menos infectados, pero esa fue una pretensión insuficiente porque este virus se transmite desde antes de provocar los síntomas, que además se confunden con los de la gripe y las anginas, por lo que, quienes lo contraen, primero no saben que lo tienen y que lo expulsan, y después no saben si sus síntomas son de este coronavirus o de otros gérmenes, los cuales, aparte, a veces se contraen de manera combinada.

Entonces, la contracción se da por distintas vías y a lo largo de la pandemia, que ya lleva más de seis meses y que durará más tiempo, durante el cual las mujeres y los hombres, en general, incorporamos coronaviruses varias veces, con menor, mediana y mayor carga viral cada vez, en especial en los grandes centros urbanos, causando la respuesta inmunitaria de cada quien, con glóbulos blancos y anticuerpos, cuyo éxito depende de varios factores, como la edad, el peso, la alimentación y la salud medular y pulmonar, así como de si el cuerpo ya aprendió a combatir al virus, que es nuevo para la humanidad, por lo que, hasta que no se hace la experiencia de pelearle dentro de sí mismo no hay una técnica inmunitaria apropiada para ello, que se adquiere con la práctica: el sistema inmunitario aprende a reconocer el virus y a dominarlo con ciertos métodos, como el de taparle las salideras de la espiga con anticuerpos, pero esto no siempre pasa y los pacientes perecen, también según cómo accedan al servicio de salud.

A lo largo de un día a este virus se lo puede contraer muchas veces, de a decenas y centenas, y no sé si de a miles, en cada cual, y, según cómo lo procese nuestro cuerpo, puede llegar o no a establecer grandes colonias virales en las que crecer y reproducirse -cada coronavirus puede replicarse hasta 100 mil veces-, y también se traslada de los pulmones al torrente sanguíneo, por donde llega a casi todo el resto del cuerpo humano, hasta que se asienta en una nueva colonia o sale con las heces y la orina, si es que no muere o es anulado, pasando a residir en el mundo objetivo, donde busca en quiénes reproducirse, tal vez no siempre. Dentro nuestro, el sistema inmunitario lo enfrenta en las colonias y en su circulación dispersa, donde se libran batallas globulares, cuyos resabios son las flemas. Cuando la inmunidad es vencida, cuestión que se relaciona con los pensamientos porque la generación de los glóbulos blancos se da en la médula, la invasión viral triunfa y se tiene la fiebre, que abre un período de combate abierto entre el huésped y la especie viral que está influido por sus actores externos, en el que la colonización viral puede ser detenida o matar, obteniendo así mucha materia de la que alimentarse.

En conclusión, que la regla de 15 minutos con un contacto estrecho no es infalible porque se puede acumular la misma carga viral en varias exposiciones con varios infectados, entre las otras cuestiones.

Se puede medir la enfermedad según el humor individual, ya que el humor proviene de los líquidos corporales, por los que el virus transita, pero es el resultado de varias influencias. Entonces, el primer diagnóstico, el anterior al hisopado, demanda una crítica compuesta, entre los síntomas más conocidos y el ánimo.