Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

jueves, 18 de junio de 2020

De que los hábitos alimentarios son de clase

A la clase superior le sucede que la recepción de muchos servicios pagos le quita tareas cotidianas, por lo que se dedica a consumir y a negociar en exceso para hacer algo. Siempre que se vive hay que hacer algo, al menos al estarse despierto, y tener la vida tan demasiado servida lleva a realizar muchas prácticas envidiables, hasta de las mal envidiadas, que se concentran en un segmento social por la organización social de las tareas. El asalariado, a la inversa, se dedica menos a las tareas más lúdicas y mucho más a las más serias, es decir, que la división de las clases redunda en el sobreatareamiento obrero y en la ludopatía alta, que en el gran empresariado se repite como juegos de negocios, los de la llamada "economía de casino", que también se dan, aunque distinto, en el empresariado popular. Jugar es vincular cosas, como juntar, o sea, que el juego no es siempre liviano. En la industria y la agricultura se conjugan asuntos, por lo que se debe acertar lo suficiente el juego, ya que el vigente no es bueno.

Se puede pensar que no está bien jugar con la economía, como que la economía es muy seria como para jugar con ella, pero eso si se piensa al juego como juego inútil. En verdad, el trabajo útil también es lúdico. Lo que pasa es que se lo conjuga mal. Los errores ideológicos de la especie llevan a la mala conjugación que hacemos de la realidad, lo que redunda en nuestra actual catástrofe. Que toda la sociedad asuma y admita la verdad suficiente será necesario para que se viva como se debe.