Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 2 de junio de 2020

Emisiones y mensajes

Emitir es meter hacia afuera. La e significa "ex", y "mitir" es "meter". Se usa la palabra para referirse a los mensajes, las transferencias bancarias, los cheques, los títulos de los llamados bonos y otras cosas, de forma restringida, ya que se expulsan hacia afuera más cosas, como los excrementos y el aire, a los que es raro calificar como emitidos, pero de hecho lo son. Los mensajes son ideas, cosas con señal, que representan a otras cosas, tengan señales o no, pero, ¿hay cosas que no señalicen? Las piedras, por ejemplo, no es que hagan señas, o que signifiquen adrede, pero nosotros, quienes las percibimos, hacemos significado con ellas, les damos sentido, por lo que ellas son signos de sí mismas; se dan a conocer mediante sí. Se nos presentan de manera inercial. A partir de sentirlas las significamos. Entonces, todas las cosas pueden dar señales, por lo que todas significan. Al pensar en todo lo que es se significa a cada cosa, por lo que cada cosa es capaz de significar, pero las cosas no siempre lo hacen. A veces se las olvida, porque pocas veces se piensa en todo, pero siempre, o casi siempre, hay quienes lo hacen, es decir, que siempre se significa a todas las cosas, a la vez que casi todos los que las podemos pensar las hubimos olvidado. Los mensajes son cosas metidas hacia afuera, pero no utilizamos la palabra "mensaje" para las de cualquier índole, sino para las de índole significativa.

Las cosas, además de remitirnos a sí mismas a quienes las sentimos, a veces remiten a otras. Remiten a otras a la vez que remiten a sí mismas, o sea, que tienen doble remisión. La remisión lejana se hace a partir de la remisión a sí misma. Primero emiten su sustancia, con la que quienes la percibimos realizamos una representación psíquica, antes de los sentidos externos que mental, una representación no siempre exacta y después influenciada por su propia historia, por medio de la memoria, y que tiene cuestiones incomprensibles y enfermedades nerviosas. No la entendemos del todo bien, y tiene una imposición extraña de la mente a los sentidos superficiales, que se ubican al nivel de la piel, pero que es muy poco frecuente. En general sentimos el mundo objetivo de verdad, aunque, por más que hagamos así, lo entendemos algo mal. De percibir bien el entorno a interpretar bien el mundo hay una diferencia, aunque relativa, porque el entorno es la parte cercana del mundo exterior, y una mala percepción puede determinar mucho el futuro, ya que cada percepción tiene consecuencias. Además, por más que se entienda bien la historia, mientras que otra gente no lo haga así existe el riesgo de sufrir sus ataques, por lo que no basta con la comprensión verdadera grupal para alcanzar la buena felicidad. La felicidad suficiente es absoluta o no se da completa. Se puede encontrar la buena felicidad en la crisis, pero no es tan buena ni es constante. Por lo tanto, el disfrute individual necesita de la razón social suficiente, a la vez que del orden comunal justo, y, en viceversa, el buen orden social hace al disfrute individual, que es social, es decir, que es determinado por el resto de la sociedad, pero no de forma absoluta, porque la terminación del disfrute depende de cada individuo. Esta época, de gran injusticia, revela la maldad del orden social, que tampoco es total. Hasta en esta crisis tan grave se es feliz, pero no todo lo que se quiere, y también hay que analizar el querer, porque puede ser malo.