Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

martes, 28 de noviembre de 2017

El circuito de la soberanía sufragante

Durante el absolutismo monárquico europeo, y habría que saber de las monarquías islámicas, como del resto de los gobiernos de aquél entonces, las naciones absolutistas pensaban que el dios de los cristianos le delegaba al rey la potestad de mandar a los súbditos, lo que empezó a fracturarse con la revolución parlamentaria inglesa, la de 1688, y siguió haciéndolo con la francesa y las restantes parlamentarias, que lo que hicieron fue trastocar el falso circuito de la soberanía divina sin verar a los pueblos lo debido, sin hacerlos verdaderos lo suficiente. Al otorgarle la soberanía a las naciones, supusieron que ellas son las facultadas por dios para elegir al gobierno que las represente, y por medio del voto, que es parecido al rezo. Es un modo de representación eclesiástico, que se condice con las estatuas angélicas que hay en el techo del parlamento argentino, así como la constitución de este país asentó que ese dios es la fuente de la razón y de la justicia. De allí que el poder judicial también sea católico, lo mismo que la moral que aplican las instituciones oficiales, que es la que le demandan al resto de la sociedad. Es un catolicismo liberal, que acepta a la disidencia que le tolera su preponderancia en tanto que se mantenga subordinada, y es sostenido por la nación católica.