Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Para rescatar privatizadores

Cuando yo era chico me mandaban a la escuela 6, de nombre French y Beruti, en Retiro, que está en una esquina de la diagonal que sale a la plaza del reloj, que no me acuerdo cómo se llama. Capaz que es Juncal. La escuela tiene ladrillos a la vista. Los menos de mis compañeros iban desde la villa 31. Terminé ahí porque a mis viejos se les ocurrió que la mejor manera de esconderse de los militares era meterse en pleno microcentro, donde mi abuela y sus hermanos tenían un edificio, en Florida entre la plaza San Martín y Paraguay. Me hicieron memorizar la dirección y el teléfono por si me perdía, en uno de esos hábitos de supervivencia de los perseguidos. Era Florida 930, 5to. piso b. Fuimos a parar a media cuadra del bar Florida Garden, que era una cueva de los servicios de inteligencia, adonde Joaquín Morales Solá lo cito dos veces a Marcos Taire, que había sido director del diario El Mundo, del PRT, con el argumento de ofrecerle trabajo y la supuesta intención de entregarlo a los militares. Lo deduzco porque en ambas ocasiones hubo operativos de requisa a la hora y en el lugar que hubieron acordado. Marcos zafó y después se asoció, o algo así, a la empresa discográfica Magenta. Una compañera de mi viejo secuestrada, del peronismo de base, no me acuerdo si en la ESMA, era llevada a la calle Florida para hacer las rondas de reconocimiento. Le decían “la Negritaˮ, y hace poco la vi en alguna reunión en la casa de él. Eso fue antes de que yo empezara a ir a la escuela, lo que sucedió durante el alfonsinismo. Antes, en el jardín de infantes, tuve a Pablo Moreno, hijo de Guillermo, el ex secretario de comercio, de mejor amigo. Al terrorismo mitológico ya debía de conocerlo de antes, por haber nacido en un país católico, pero en la escuela, uno de mis compañeros, que iba de la villa, cuyo nombre olvidé, me obligó a que le hiciera la tarea con el verso del lobizón. El lobizón es un lobo imaginario del que la leyenda dice que si te pasa entre las piernas te volvés invisible y tus padres no te ven más, y este pibe decía que él lo manejaba a su antojo, por lo que me amenazó con mandarme al lobizón si yo no le hacía la tarea. El asunto le habrá servido una o dos veces, hasta que lo hablé con mi madre.

El terrorismo mitológico es un problema social grave y atraviesa a todas las clases sociales, cuyos miembros religiosos padecen los tormentos de la preocupación por el destino de sus almas, por su presente y futuro, y por el de sus allegados, a los que entienden, entre otras tantas, según la sanata del infierno, el purgatorio y el cielo, por lo que, desde la política emancipatoria, cabe exigir la crítica a la mitología. Eso de que dios los va a castigar si no obedecen a las normas canónicas funciona igual, y termina causando que los que castigan a los presuntos pecadores son los fieles en vez que dios.