Entre otras cosas, es para criticarlo bien, porque tiene muchas faltas. Es una obra en proceso, o sea que las notas fueron retocadas, y reiteran varias veces los mismos temas. Para escribirme, hacerlo a juanchaves.baires@gmail.com.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Las sexeras

Las comúnmente llamadas prostitutas debieran ser nombradas como sexeras, en tanto que su actividad monetaria es la de proveer sexo. En México les dicen “sexoservidoras”. Denominarlas “prostitutas” es incorrecto porque hay muchas maneras de favorecer a las instituciones, cuya mayoría no implica una práctica sexual. Es un uso hipócrita del término, porque alude a una condición social, la del sometimiento a las instituciones, a la vez que a la actividad sexual, a la que la forma del mismo no remite. El vocablo “prostitución” no contiene ninguna unidad semántica, ningún pedazo de palabra, que remita al sexo, pero sus significados corrientes son sexuales. Son connotaciones desligadas de su forma.

Es obvio que las sexeras hacen otras cosas además de tener sexo, como cada cual de las personas, cosa que en general no impide que se las identifique según su tarea obtenedora de dinero, lo que podría precisarse mejor, con las variantes correspondientes a la práctica individual que no sea la retributiva, cosa que también se hace a veces, para acertar más al lenguaje. El abordaje correcto de la producción sexual está trabado por los prejuicios sacerdotales respecto del tema, bastante replicados por los y las proletarios fieles, e indirectamente y en menor medida por las infieles, y con las reversiones y paliativos del caso. Obvio que el objetivo es el de la abolición de la mala prostitución, que no puede ser cumplido del todo en lo inmediato, por lo que hay que buscar soluciones intermedias, a la par que las referidas a los demás sometimientos productivos, sean o no sexuales.